>>s: le echaban era el color que resultaba al final. El alfarero, allí ese era tal es el lugar preferido de mi padre porque en ese… en esa pequeña y humilde casa del alfarero y fábrica se puede decir ahí ah… de ahí sacó mi papá un sermón que usó toda su vida. Un sermón, es decir, una plática cristiana, bíblica, con base a la Biblia acerca de que Dios es el alfarero. Así como el alfarero puede hacer cosas, ah… puede hacer vasos, puede hacer tazas, azucareros con todo y tapa, ah… etcétera, etcétera, con sus manos no más dándole vuelta a una rueda. Montándola… no cualquier barro. Tiene que ser un barro especial y un barro que, en el cual él ha laborado. Pero todo ese barro, sin el alfarero, no sirve para nada. Y en la Biblia, Dios usa el alfarero como un ejemplo para decirle al hombre que sin Dios, el hombre no vale nada. Si Dios no le da aliento a este barro, porque del barro de la tierra fuimos tomados, lo que dice Génesis, el hombre no fuera nada sin Dios. Dios fue el que le puso aliento a este barro y entonces fue que el hombre llegó a ser un alma viviente. Así que mi papá ese era su lugar favorito. Ahí duraba hora y media en dar ese, esa gira, digamos. El alfarero ya lo conocía bien a mi papá, así que le hacía muestras de todo. La gente se quedaba, pero impresionada con lo que el alfarero hacía. Nunca, nunca, nunca con el hablar de mi papá y llamarles la atención, nunca fueron impresionados con el barro. Siempre con el resultado de lo que el alfarero había hecho con el barro. Nunca dijeron oh qué barro tan tremendo. Nunca. Sino que, wow, qué bonita taza o qué bonito azucarero. Nunca dijeron qué barro tan bonito. Nunca. Y a pesar de que ese alfarero hacía muchas diferentes tipos de vasijas, esas vasijas en sí tampoco sirven aunque se ven más bonitas que un pedazo de barro, pero tiene que pasar todavía un proceso largo. Las tienen que pintar y más, lo más importante es que lo tienen que meter en un horno para que se coza y quede ya útil para la humanidad, ¿no? Entonces ese fue el lugar favorito de mi papá y de… mío también. Y de muchos, muchos amigos